Luego de 4 meses de ensayos y pruebas, logramos construir los módulos que respondieran a las necesidades que debían cumplir.

Debían ser muy livianos de modo que puedan ser transportables con facilidad de un centro educativo a otro y a su vez, tener movilidad dentro mismo de la institución. A su vez debían ser muy resistentes al impacto y a las inclemencias del tiempo para poder ser utilizados en exteriores.

 

Con mucha satisfacción y algunas lágrimas llegamos a materializarlos. Ahora solo resta que comience el piloto.

Enorme agradecimiento a la firma Incrome que nos aportó un espacio de trabajo cómodo y a la firma Alfil que nos asistió con el equipo de trabajo y un gran reconocimiento a Diego Battinstin, integrante del equipo de ronda, responsable de la investigación y ejecución de una tecnología nueva.